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Al llegar a la costa cantábrica la tierra ya no es yerma porque siempre mira hacia el Norte.Los árboles invariablemente verdes, los pájaros te hablan más alto y nunca vuelan en cielos secos. Más al sur la llanura era inmensa, siempre recta, y a menudo el camino pequeño. En el Norte la tierra se dobla y agita para alzarte y decirte que asomes los labios al aire. Ya está la ventana abierta. Dale un beso a algo que pase, porque siempre saborearás el aliento de mar.